Bruselas, Bélgica. 1 de noviembre de 2014
El humo del copal sahumó la sala
del atelier Marcel Hastír, un chaman ataviado en blanco previamente había sahumado el
espacio y a los actores. La obra plástica del gran pintor belga -Marcel Hastír-
sus caballetes y pinturas fungieron como los del estudio de Frida Khalo. Al
centro del escenario un gran piano de cola negro que hizo las veces de su cama. De
los altos techos pendían sus huipiles; el rojo tehuano, el blanco de yalalag,
el del quetzal, el de zinacantan, el purepecha, el amuzgo y algunos de sus coloridos
rebozos. Al centro, delante del piano la silla de ruedas de Marcel Hastír
esperaba por Frida. Antes entró una calavera de Catrín –el poeta belga Olivier
Vander- que hizo lectura del manifiesto fridesco donde se
especificaba en francés que es un huipil, sus usos y significados además de los distintos
nombres con que los mexicanos conocen a la muerte, él llevaba la campanilla,
dio la tercera llamada y comenzó la obra.
De atrás del público se dejó escuchar la voz del caracol –cuatro veces- antes de que los instrumentos prehispánicos comenzaran a percutir. Los espectadores miran desde sus butacas el escenario vacío mientras el chaman purificaba con humo a algunos y al terminar su ritual tomó asiento entre ellos.
Los actores entraron por el pasillo central, venían vestidos con capuchas negras atrás de una Frida que percutía un tambor “cora” y portaba un huipil trique de San Juan Copala como un homenaje a ese pueblo y a sus desplazados, entraron rezando en castellano y con los sonidos de la naturaleza.
Frida era ahora interpretada por la afamada luchadora social y cantante Silvia Abalos quien comienza a cantar “Itzi Kanipeni” un arrullo en lengua indígena en su camino hasta llegar a meterse por completo en la piel de Frida y en su cama.
-Despertó gritando- comenzando su
drama y su sufrida noche antes de partir, ahí entró la muerte en forma de
chaman huichol representado por -Emmanuel Espintla- escritor y director de esta
pieza, para que juntos recapitularan la vida de Frida, siempre de mano de sus
pasiones, amores, dolores y acompasados por la música que más le gustaba.
Se dejó escuchar el grito de rabia e indignación por los jóvenes normalistas de Ayotzinapan y la situación de violencia tan lamentable en la que se vive en México.
Se cantó y se bailó “el venadito”
acompañados al piano por la extraordinaria pianista Italobelga Catherine
Smet y de la flauta de Vicente Navarro actor madrileño quien
además interpretó a Frieda –la joven accidentada en el tranvía-.
Entre música, risas, protestas y dramas el público descubrió a una nueva Frida, en un canto de vida y muerte donde no pudo faltar el penetrante aroma de un buen tequila y como perfecto final -aprovechando la fecha- la Frida Abalos o la Silvia Kahlo invitó a todo su público a degustar de un rico chocolate atole y de unas deliciosas piezas de pan de muerto, para concluir la velada.
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| Silvia Abalos en la sufrida noche del huipil en Bruselas FOTO: Michel Brébant |
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| LA SUFRIDA NOCHE DEL HUIPIL EN BRUSELAS FOTO: Michel Brébant |
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| VICENTE NAVARRO, SILVIA ABALOS Y EMMANUEL ESPINTLA FOTO: Michel Brébant |







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